CASTILLETE UN PARAÍSO CERCANO

CASTILLETE UN PARAÍSO CERCANO

MARIA ANDRADE RODRIGUEZ
Diario Panorama, 1998

Castillete, tierra donde se inicia el limite con nuestro vecino Colombia. Limites demarcados por el hombre en su necesidad de posesión y, ojalá de identidad con nosotros mismos y una cultura que nos hace particulares. ¿Qué hacemos para fortalecer esa cultura? dejo esa pregunta para que todos sin excepción la respondamos y hagamos algo para revalorarla, si es que realmente nos interesan nuestras raíces, nuestros límites y soberanía y en ultima instancia, un nombre que se hace país “VENEZUELA”.
Sin fronteras no habría mercados, el sentido de país, mas allá del conjunto de seres que lo habitamos, se expande y encuentra equilibrio en las oportunidades de intercambio. Ahora bien, en Castillete la línea divisoria es imperceptible. Las personas que allí habitan la derrumba, hay un gran espacio para todos. ¿Será bueno esto? Tal vez, para los estudiosos de la soberanía, expertos, o navegantes en las improvisaciones diplomáticas, obvio que no; para a los que allí nacen, viven y dejan huellas probablemente es su tierra, y el limite es una línea imaginaria en la mente de seres extraños que los ven como venezolanos sujetos de estudios o de discursos políticos en el sentido inadecuado de la palabra. Pienso y siento que Castillete es un emporio al cual necesitamos mirar como un dorado presente, que está para que alrededor de él promovamos un verdadero desarrollo de nuestras fronteras.
Llegar aquí en un águila de acero atrae a la vista, impresiona en su majestuosidad y quizás en eso se queda, en un ¡Oh! de la impresión inicial, o en el recuerdo que luego haremos lamento y donde el ¡ayayai! de Emilio se perpetua. Sentir la frontera, sus posibilidades y riesgos es fundamental. Cuando llegamos a ella desde la misma tierra, la cual además de la de Gallegos es la del rústico motor diesel o de gasolina nos da una perspectiva humana y rica de ese espacio. Hacer la frontera viva y vida será verdad cuando la palpemos y conozcamos en las particulares manera de pensar e interactuar de la gente que en ella convive, quienes son algo mas que un instrumento para el voto político y las preocupaciones estériles. Ocupémonos de los limites si es que lo creemos necesario, y esto es, hacernos presentes y ser junto con los lugareños visionarios de su desarrollo.
Existe aquí en este Castillete de ayer y de hoy un ansiado dorado,. rico en playas de ensueño, donde es maravilloso contemplar pirámides naturales, navegar por la Laguna de Cocineta y encontrarnos medanos que, como toboganes, nos invitan a dejarnos rodar y contactarnos con la tierra, que nos infunde energía liberadora de la creación. Un paraíso cercano, invitación para los exploradores sin fronteras, donde la trilogía hombre naturaleza y liberación vivirla es una emocionante aventura. Campo virgen para la creatividad, donde pescar esculturas naturales llevados de la mano de un caballero de la mar, es una hermosa vivencia, dejarnos fluir en el agua de diferentes colores y movimientos es reconocernos infinitos, pescar lo necesario para disfrutar de las delicias del mar, haciendo un ejercicio de meditación y paciencia fortalece y relaja el espíritu. Subir al hito número uno (1) y recrearnos en la inmensidad del paisaje, es observar al Dios que en cada lugar que miramos nos habla del génesis, y la invitación del viento nos demanda un compromiso con la patria al pisar la tierra, donde siendo unidad también somos diversidad. Tomar contacto con la gente de esta frontera, es darnos cuenta de una visión comunitaria del compartir lo básico, lo primario, como es el agua, haciendo el camino niños y adultos para llenar sus tobos de plástico con liquido, que aquí es solo agua, no importa de que color y sabor.
Cercanía y distancia se encuentran, y las familias dispersas en espacio se comunican en lo esencial, el culto a la tierra. El silencio que se hace voz de un caserío al otro es el verso, y la palabra GUAJIRO (A) es la real identidad porque no dándola el país ellos mismo la tejen y hacen acción. En esta frontera me entusiasma el ver como, desde un telar primitivo, los artesanos diseñan al unísono con su fabricación, el tan codiciado vistoso y fresco chinchorro. Tierra árida en apariencia y fértil si vemos más allá de lo que sale a la superficie, los israelitas lo hicieron y nosotros también si con el alma queremos.
Esta es mi experiencia de mujer que ama esta frontera, esa parte nuestra que pide giremos, la escuchemos, vivamos y juntos con nuestros compatriotas que allí están y son, la mostremos al ZULIA, VENEZUELA Y AL MUNDO, después de mirarnos desde adentro. “VENIR AQUÍ Y VIVIR AQUÍ ES COMPARTIR Y SENTIR LO ILIMITADO”.

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