Por: María Andrade Rodríguez Leer poesía emociona, excita los sentidos, anima el espíritu o lo angustia depende de la prosa o los versos que narran el sentir del poeta. Así mismo, la fotografía es para mi musa que provoca en mí los mismos efectos dependiendo de la historia que revelo. Por eso, ¡como dejarte de amar, amada mía! Cuando te vivo, en ese mágico instante te conviertes en el numen que recorre mi espíritu como la sangre a mi cuerpo. Una vez Homero Montes, actor de teatro y amigo quien me vio corretear y hacer tremenduras en Febres Cordero, calle donde nací y crecí hasta los ochos años de edad; al referirse a mis fotografías decía “María poetiza la ciudad en cada una de sus imágenes”. Y aunque pareciera exagerada esa frase del amigo y actor, yo me lo creí, porque contigo busco avivar recuerdos, sentimientos y emociones mediante la contemplación de la belleza, del color en el detalle de una bisagra, en el cuerpo casi desnudo que gravita en la calle sin rumbo