REFLEXIONES DE TINAJERO.- Nectario.-
Rafael Caldera

 En los tiempos que vivimos, en que experimentamos un verdadero vendaval desatado por los voceros del oficialismo, achacándole hábitos de corrupción a los gobernantes de la democracia “puntofijista”, viene a aparecer una figura que pueda considerarse prototipo de esa calumniada democracia puntofijista, por su conducta, por su patriotismo, por su voluntad de servicio.

Falleció en Maracaibo el doctor Nectario Andrade Labarca y su presencia en los cuadros de la opinión pública trae el recuerdo de un hombre que fue ejemplo de virtudes, entregado al deber y dado al cumplimiento de sus compromisos. Nectario fue un hombre humilde, y su humildad lo acompañó durante toda su vida. Se
entregó al estudio, hizo una carrera universitaria brillante, a través de la cual culminó lo que había sido la aspiración de toda su vida, el profesorado de la universidad. En la universidad se le respetaba. Se le consideraba un verdadero prototipo de las Ciencias Jurídicas y de la docencia universitaria.

Fue fundador de la UNE, la Unión Nacional Estudiantil, semilla del Movimiento 'Demócrata Cristiano de Venezuela. Fue fundador de Copei y se le consideró un genuino representante de los ideales de la democracia cristiana. Recorrió todos los caminos del Zulia y navegó en piragua de un extremo a otro del lago de Maracaibo, llevando la palabra de la nueva Venezuela. Fue un orador muy estimado en los cuadros de Copei.

Cuando llegamos al Gobierno, en 1968, le pedí que ocupara el Ministerio del Trabajo. Aceptó e hizo una labor reconocida, por su eficacia y por su espíritu de comprensión y de fervoroso énfasis en la paz social.

Después del Ministerio del Trabajo ocupó el Ministerio de Relaciones Interiores, donde cumplió una labor brillante. Durante mis salidas al exterior ocupó la Presidencia de la República y lo hizo con su acostumbrada modestia, pero con sólida distinción.

Terminado el período constitucional, no más concluyeron sus labores en el Ministerio de Relaciones Interiores y ya estaba empacando su modesto equipaje para volver a su amada tierra zuliana. No estaría un día más en la capital de la República. Volvió a Maracaibo a su cátedra universitaria, en la cual estuvo hasta el final de sus días, hasta que la salud física le impidió continuar sus labores y tuvo que reducirse a la intimidad de su hogar, el lugar sedentario de visita de todo el que tenía preocupación por los intereses del Zulia. Participó
en la campaña electoral que me llevó por segunda vez a la Presidencia de la República y lo hizo con absoluto desinterés. Pronunció unos discursos vibrantes, que sirvieron para ratificar el cariño y el respeto que todos los zulianos tenían por su amado Nectario.

Su muerte constituye un motivo para recordar que en la democracia “puntofijista” había voluntad de ejercer el gobierno con rectitud impecable y con profundo desinterés. Como él, y aun cuando no estuvieran al mismo nivel donde él llegó, hubo muchos hombres y mujeres que entregaron la pasión de su vida al servicio del pueblo y que fueron a la tumba con la hoja de servicios limpia, en el manejo de los servicios colectivos. Por eso, la muerte de Nectario ha sido una oportunidad para que el espíritu zuliano se manifieste en su calidad genuina.

Su nombre será siempre recordado con verdadero sentido de afectuosa veneración.

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