A los venezolanos que le duele la patria



Por: María Andrade Rodríguez
“En América Latina, es la rebelión estudiantil y la frustración de la clase media lo que lleva a los cambios” Padre José Del Rey Fajardo
La mayoría de ustedes apreciados lectores conoce la historia de Venezuela que yo, sin embargo, me atrevo a recordar en una breve retrospectiva parte de ella y en la que los estudiantes, siempre valientes, y sin ápice de cobardía alguna han desempeñado un papel protagónico en muchos acontecimientos políticos, consecuencia de regímenes que cercenaban nuestros primigenios derechos.

En 1814 un contingente de estudiantes sin conocimiento del arte de la guerra se enfrento a las fuerzas de José Tomás de Boves,  también llamado “El Urogallo” y  de Morales, su lugarteniente; despiadados y sanguinarios como muchas de las hordas asesinas del régimen actual. La diferencia de estos es que no se escondían tras pasamontañas como delincuentes, sino que creían en la defensa de los derechos de la corona española. Pero aún así, su vehemencia, y su brío por una vida libre del yugo español; y la nobleza de intenciones ganaron a la barbarie aún cuando eran mucho mayores en número.
De igual manera el joven Antonio Ricaurte Lozano, a pesar de ser colombiano se unió a la causa independentista y dio su vida a los 28 años a favor de ella. Lo apodaban “El Chispero” y de eso dejo gloria con su coraje y suprema bravura en la historia patria al inmolarse en San Mateo, Estado Aragua; en la defencisa del ingenio que le había sido encomendado para defensa de los ataques realistas.
El protagonismo de los jóvenes venezolanos no deja dudas sobre su patriotismo y encendidos sentimientos por Venezuela,  en su desafío a la autoridad formal de los gobiernos de turnos en pro del amor a la libertad, la justicia y búsqueda del bien colectivo.

El año 1928 del siglo XX venezolano tiene especial significación histórica en la participación estudiante en el acontecer nacional,  la admirable “Generación del 28” representó encabezados por: Jóvito Villalba, Rómulo Betancourt, Miguel Otero Silva, Andrés Eloy Blanco, Juan José Palacios, José Tomás Jiménez Arráiz, Raúl Leoni, Gustavo Machado, Humberto tejera entre muchos jóvenes estudiantes universitarios una  seria amenaza al desafiar con su pensamiento y discurso generó en la población olor y corazón de cambio hacia la dictadura del caudillo Juan Vicente Gómez, quien durante 27 años desgarró las entrañas de este país, como si fuera su caja chica, o banco personal. Conviene decir, que al inicio de su mandato liberó presos políticos, y restauró la libertad de prensa. Pero valiéndose de artificios políticos y militares logró aposentarse en el poder hasta 1935.

A pesar de ello, terminó siendo un régimen represivo que como bien afirma Leopoldo López  aplicó la política “Chito, se me callan y el que no le guste va preso”. Tal y como hoy sucede con el Sr. Maduro que habla de pacificación pero con la fuerza de las balas y encarcelamiento de decenas de estudiantes, sumada la indecencia de una fuerza armada comprada y corrupta por apetencias de una riqueza desmedida de muchos de sus soldados y funcionarios de turnos en los poderes públicos nacional.

En tal sentido, un proyecto académico y universitario se transformó en un inspirador boceto del ideal de la libertad plena, anhelada y siempre en deuda con el país, por parte de quienes nos han gobernado. Por ello, lucharon hasta convertirse en prisioneros muchos ellos por su aspiración de transitar hacia un sistema político de autentica democracia. Su prisión e influencia en distintos sectores de la vida social sirvió de incentivo para que en las principales ciudades se levantara una ola de protestas que hizo ceder al gobierno, quien finalmente los liberó y muchos de ellos fueron exilados.

La inestabilidad política ha acompañado a Venezuela desde su nacimiento republicano. Gobiernos como el  Isaías Medina Angarita, Rómulo gallegos fueron derrocados por y civiles militares ávidos de poder algunos y otros de buena pedían reformas constitucionales.

Luego, devino la penúltima de nuestras dictaduras (porque la de este siglo XXI es y será nuestra última dictadura, creo que hemos aprendido suficiente al respecto) comandada por Marcos Pérez Jiménez, quien formalmente y bajo una mascarada logró hacerse del poder absoluto en 1952 hasta el 23 de Enero de 1958.

Ante la represión desbordante de la dictadura los estudiantes se revelan el 21 de Noviembre de 1957 fecha por la que se escogió celebrar el día del estudiante en Venezuela. Sin embargo esto sirvió de preámbulo junto con otros hechos, al 21 de enero, día en el que la sociedad civil movilizada por la Junta Patriótica (unión de los diversos partidos políticos) estudiantes, empresarios  la unidos prestó el apoyo necesario a los oficiales alzados.

Sería muy extenso seguir contando la historia, y lo que deseo dejar con matutina claridad es la convicción que las luchas estudiantiles  no son infructuosas, ella no puede verse con menosprecio como parte de una protesta callejera más. Eso sí, creo que para lograr sus objetivo deben organizarse de forma inteligente sin que los arrebatos propios de su juventud les haga perder de vista su misión. Requieren de líderes que le infundan ideales por la lucha de unos bienes trascendentes como son: la libertad, la justicia, la paz y el respeto a la dignidad humana por encima de cualquier otra bandera.
Deben evitar dejarse tentar por la violencia de terceros, deben mantenerse juntos y nosotros con ellos porque también son nuestros ideales; como conciudadanos que necesitamos reencontrarnos, reconciliarnos pero desde un compromiso colectivo de unidad nacional. La protesta jamás debe ser criminalizada, ni banalizada, ni revoltosa, debe ser sinónimo de los que percibimos es esencial para una republica garante de “la mayor suma de felicidad posible”, como bien dijo nuestro Simón.

Cada uno de nosotros en lo que sabe hacer, debe ser sembrador de consciencia de cambio y fuente de inspiración para los indiferentes. Venezuela debe dejar de ser un país rural para insertarse en la contemporaneidad con su “moral y luces” bien en alto. Debemos organizarnos, la anarquía solo conduce al caos y mayor derramamiento de sangre joven.
Vamos a la calle sin miedo, con voluntad de titanes, allí está la fuerza y el espíritu que nos debe animar a dar el gran salto hacia “una salida democrática, popular y constitucional” como dice Leopoldo López

Debatir, debatir, caminar, caminar, hacernos escuchar y dialogar para de verdad sentirnos orgullosos de nosotros mismo Y rendirle honor a nuestra Venezuela.
Con determinación le diremos no al Sr. Maduro parecido al Boves que Simón Bolivar llamó "El azote de Dios"

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